No oigo los pájaros. Quizás son mis oídos,
tapiados por el tumulto de mis pensamientos.
O puede que sean mis emociones,
que gritan fuerte e imponen el silencio.
O simplemente hoy no hay trinos alegres
porque su vuelo ha desaparecido sin dejar estelas.
Y me digo: confía.
Confía en los pronombres que surcan tu vida.
Confía en esas horas mágicas que despuntan bajo tu montaña.
Confía en el anhelo que destruye el caos
y alcanza las nubes heridas.
Sólo confía.
Llegará el momento de escuchar tu sinfonía.